La chica más triste de la ciudad viste vaqueros y camisa blanca.
La chica más triste de la ciudad pasea por el barrio acompañada de su perra fiel.
Sus ojos, ya sin luz, parecen haber vivido más que el cuerpo al que pertenecen.
Su rostro, apagado, ya no sabe articular una sonrisa sincera, como mucho una forzada mueca.
La chica más triste de la ciudad se despierta cada mañana sabiendo que ese no va a ser el mejor día de su vida.
Ella sabe que quien no juega no gana, pero parece que a su partida le faltan las fichas.
Ella sabe que el tiempo todo lo cura, que lo que hoy es gris mañana puede ser azul, pero sus ojos daltónicos ya no son capaces de distinguir los colores.
La chica más triste de la ciudad es bella por dentro, tiene que serlo sino no tendría al chico más listo de la ciudad con ella.