El
jueves me practicaron una ablación cardíaca y hoy he podido
agacharme a poner agua a los gatos sin miedo a sufrir una arritmia.
Todo
empezó hace algo más de un año, aunque su origen se
remonta a
la adolescencia.
Empecemos
por el principio. Hasta el año pasado creía que todo el mundo
sufría arritmias, que era algo normal, pero mi cardióloga me aclaró
que no, que eso no era normal. Hasta donde puedo recordar, tuve mi
primera arritmia sobre los 13 años. Recuerdo la sensación de perder
el conocimiento y de repente como el corazón se aceleraba,
quedándome en la cama de mis padres, esperando a que acabase como
empezó, súbitamente.
El
problema es que esta clase de arritmias las acababa confundiendo con
las que van aumentando poco a poco, las de miedo escénico, las de
ansiedad, pero no, por las que han tenido que intervenirme son unas
que aparecen súbitamente y han llegado a ponerme el corazón a más
de 250 pulsaciones por minuto.
El
problema viene cuando los propios médicos te tratan de histérica,
ansiosa, menstrual….anda,
como se
nos ve a las mujeres desde el prisma machista.
Pero
volvamos a la historia de las arritmias y entenderéis porqué he
dicho esto.
Pasaron
los años y desaparecieron, hasta la veintena que volvieron a dar la
cara. Como no era capaz de controlar el ritmo de mi corazón, fui a
urgencias, llevaba más de 30 minutos con el corazón aceleradísimo.
Y allí el buen doctor de guardia me dijo, ¿has discutido con el
novio?. Y
se quedó tan contento.
Ansiosa,
histérica, otra vez….y la verdad es que sí hay ansiedad, pero
después de sufrir una arritmia de ese tipo, tienes miedo a que
vuelva a pasar, sufres ansiedad, pero no al revés.
Hace
un año y medio volvieron a aparecer en su versión más heavy. Y
aquí tengo que aclarar porque he dicho más arriba sin miedo a
agacharme y es que aparecen súbitamente cuando me agacho. Un día
poniendo la lavadora, otro jugando con Julia, la del hospital en
urgencias con el absceso (ésta hay que contarla más detenidamente)
y la última, dejando los zapatos en el zapatero.
Me
agacho, siento que voy a desmayarme, pierdo la visión por un segundo
y cuando vuelve a parecer, el corazón está a más de 200
pulsaciones por segundo. Es como un interruptor, como si enciendes la
luz y aparece la arritmia, y tal como aparece se va, de la misma
manera, súbitamente, otro interruptor y acaba la locura. Normalmente
me duraba unos 30 minutos o más, donde notas que no puedes respirar.
Después
de una de estas crisis empieza la ansiedad de ¿me agacharé y me
dará otra vez?, el cuerpo contracturado y la incomprensión por
parte de médicos
y gente cercana.
En
una de estas veces, tuve que llamar al 112 y prácticamente me
trataron de madre agotada e histérica, que necesitaba descansar.
Por
“suerte”, sé que era una problema fisiológico y parece que ya
está solucionado. Por desgracia, según me comentaba la cardióloga
muchas mujeres son tratadas con ansiolíticos
e incomprensión por parte de médicos,
cuando lo que tienen es lo que se llama fisiología
de doble vía nodal.
Explicado sencillo, el corazón hace un circuito erróneo al tener
“otro cable” por el que no debería ir y cuando va por ahí se
produce la arritmia. Tiene que ver con el circuito eléctrico del
corazón. Con
la ablación eléctrica se quema esa parte y ya no debería
volver
a suceder. Yo lo tenía en el centro del corazón por lo cual fue muy
rápido y fácil de acceder.
Cuando
te sucede esto puedes hacer varias cosas para controlarlo, apretar
como si quisieras hacer caca o toser. Y la opción más heavy que te
“reinicien” el corazón, que es lo que me sucedió en urgencias
cuando estaba allí por el absceso de psoas. Notas que te vas y
vuelves, es muy rápido pero una sensación
que nunca olvidas.
Lo
bueno es que allí me pudieron hacer un
electro en el momento donde se ve la arritmia a más de 200 y el
circuito erróneo que hace el corazón. Eso me ha servido para
convencerme de que me tenía que operar y como prueba para justificar
al mundo que es real (es mi sino, siempre justificando que lo que me
sucede es real, como los 10 días en el hospital después de un mes
con dolor y prácticamente sin andar).
Escribir
esto era necesario por mí y para mí, soltarlo, gritarlo y llorarlo,
y para
ti,
por si tú, mujer, lo sufres o lo has sufrido saber que no, no es
normal y que no es tu culpa.
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