El título de este nuevo capítulo puede parecer absurdo y un sin sentido, y en realidad lo es , pero tiene un porqué, y es que cuando uno visita otro país lo que hace que nos formemos una idea de los otros son esas pequeñas cosas que nos llaman la atención por ser distintas a lo que esperamos ocurra en determinadas situaciones. Estas situaciones o costumbres pueden presentarse como positivas o negativas y van a ser una pieza más en el puzzle de lo que NOSOTROS entendemos por típico maltés o maltesa.
Hoy os mostraré algo positivo y algo negativo del día a día maltés desde el punto de vista de alguien que ha vivido en España, ya que lo que nos resulta normal o no, positivo o negativo, depende de dónde venimos y qué es lo que hemos vivido. Yo vengo de España y en algunas cosas les sacamos “ventaja”, pero hay otras que hemos perdido y que veo en sus calles.
Lo primero es hablar del sistema de recogida de basuras y reciclaje que se me presenta como “primitivo” y anti-higiénico. Aquí no hay prácticamente contenedores donde dejar tus residuos, por el contrario, el camión de la basura pasa por tu puerta cada mañana a recoger tus desechos. Llegados a este punto tengo que decir, si no estaría engañándoos, que pese a la falta de higiene del método, lo de que vengan a tu propia puerta a recoger tu mierda es de lo más cómodo que hay. Dicho esto, volvamos al tema.
El caso es que tienes que dejar la basura en la puerta de tu casa a partir de las 8:00 de la mañana, no vale eso de dejarlo por la noche a no ser que quieras pagar una bonita multa. El camión de la basura puede pasar a partir de esa hora a recoger tus desechos, pero eso no significa que lo haga...puede que tu bolsa de mierda esté en la puerta de tu bonita casa hasta las 10:00 de la mañana esperando su destino, lo cual supone que los dioses de las calles, los gatos, puedan romperla, que las moscas se acumulen o que el calor ayude a hacer de tu espacio un lugar menos apetecible. Esto ocurre de lunes a sábado en todas las preciosas calles de Malta. Pero lo peor no es eso, es la falta de bolsas de basura adecuadas para esta función, en la mayoría de las puertas encontramos las bolsas transparentes que nos dan en el supermercado al comprar frutas y verduras, donde podemos ver hasta el último detalle de los residuos de nuestros compatriotas. Pero aún hay más, no una, ni dos....sino todas las mañanas puedo ver como dejan los pañales usados de sus tiernos descendientes en la puerta de sus casas para que sean depositados en un lugar mejor, ahí están, tal como salieron del culo de sus hijos hasta la puerta de su casa, sin una bolsa...nada que nos separé a mí y a ti de la mierda de los futuros malteses.
Esto en cuanto a los residuos normales, luego tenemos la parte del reciclaje que esta empezando a asentarse por aquí y también tienen un método de lo más curioso. Al igual que con el resto de basuras, un camión pasa por tu casa a recoger material reciclable, pero esto sólo ocurre los martes. En los supermercados venden unas bolsas especiales donde podemos meter, papel, plástico y metal, todo junto. Los martes la dejamos en la puerta de nuestra casa, al igual que el resto de residuos, y esperemos que haya luego un proceso de separación para no estar perdiendo los puntos de carisma que habíamos conseguido en España con nuestro sistema de reciclaje.
Y aquí acaba la parte negativa de las costumbres maltesas y empezamos con lo positivo.
Frente a todo este caos higiénico encontramos la confianza en el otro. Desde el primer día que fui al supermercado estuve buscando dónde dejar mi carro de la compra, atado, pagado y amordazado para que nadie pudiera llevárselo. Pero eso no lo vais a encontrar aquí. Nadie espera no encontrar su carrito al salir del supermercado. Así que desde el primer día que fui con mi bonito carro a comprar, lo deje en la puerta, al lado de otros carros libres, sin ser atados, esperando a ser llenados.
Aquí confían en el otro, se sienten seguros de que no les van a robar algo tan tonto como el carro de la compra.
Imaginemos una terraza en pleno centro de Madrid, nadie dejaría su bolso en la silla de al lado sin vigilancia militar. En Malta no vas a tener ese problema, podrás sentarte con vistas al mar sin preocuparte de tus pertenencias. Eso sí, si venís a Malta y os roban no me señaléis con el dedo, que como en todo hay excepciones.
Así que, por un lado me siento como si estuviera en un pequeño pueblo donde todos se conocen y a nadie se le ocurriría sustraer lo que es de su vecino, todos confían en los otros y conviven en cooperación; pero, por otro lado, les falta conciencia ecológica, la cual se enseña, como todo, así que confiemos en que poco a poco interioricen esos valores o conceptos que les ayudarán a ser más limpios y ecológicos.
Antes de terminar y para no volver a entrar en este tema tan peliagudo, haré un breve discurso sobre lo más visible en cuanto a identidad maltesa se refiere: sus creencias religiosas. Como veréis estoy tratando temas de lo más cotidianos y poco conflictivos, pero no puedo dejar al lado lo que es el corazón de los malteses, es decir, su fuerte fervor religioso.
Para mí la religión, a estas alturas, es una involución en tanto que limita al individuo a avanzar con su tiempo y le retrae a épocas menos desarrolladas moralmente como es el caso de Malta. En pleno siglo XXI, sin legalizar el divorcio y con muchos prejuicios y valores nacidos de sus fuertes creencias religiosas, hacen que malta parezca un país más cercano a los años 50 que al siglo de la revolución tecnológica. Aquí las leyes nacen de la religión y no de la razón y eso nunca es bueno. No hay separación entre estado e iglesia y no hace falta ser muy listo para darse cuanta que eso lo estudiábamos en los libros de historia del colegio...así que poco más puedo decir, sólo dejaros con pequeños detalles de esta involución: el matrimonio, creo sólo puede ser eclesiástico; el divorcio, ilegal; el aborto ni lo menciono; los homosexuales como las brujas de la inquisición y la figura de la mujer como un vientre procreador. Así que desde mi situación privilegiada de conocer lo que hay más allá del fanatismo religioso, puedo afirmar que esto es lo que menos favorece a Malta y a sus gentes, pero eso ya lo sabía cuando me mude y puedo convivir con ellos porque conozco otras alternativas y otros discursos.
Sin más que decir se despide una bruja sin escoba.