miércoles, 2 de febrero de 2011

EL DÍA DE LOS TAXISTAS W.T.F., O NUESTRO VIAJE A MALTA Y PRIMER DÍA EN LA ISLA: II PARTE


9:00 aterrizamos en el aeropuerto de Malta, parece que llueve bastante...y yo con estos pantalones!!


La primera llamada, la de Jimmy, nuestro “taxista”, diciéndonos que no puede llegar al aeropuerto porque está todo colapsado debido a la lluvia, que cojamos un taxi y le llamemos para que le de las indicaciones de nuestro destino. ¡¡No me lo puedo creer!!, estos Malteses son unos dramáticos, como se nota que no viven en Madrid donde la palabra atasco es sinónimo de Nacional II. Palabras que me tuve que comer cuando vi que las calles parecían canales Venecianos y que los conductores evitaban ir por la parte baja de la ciudad por posibles inundaciones. Esta isla se hunde con tanta lluvia y acabo de llegar.


Tras vueltas y vueltas por estrechísimas calles llegamos a una zona residencial bastante alejada de todo donde estaba Jimmy esperándonos para ayudarnos con las Maletas y ofrecerse para cualquier viaje que necesitáramos, hospitalidad maltesa otra vez.


En la puerta, Ian, nuestro casero nos esperaba con un par de umbrellas...Preciosa casa, enorme casa, enorme piscina....como vive nuestro Ian. A nosotros nos esperaba, al menos por unos días, un pequeño “apartamento” en el bajo con una entrada independiente pero a la cual tenemos que acceder atravesando el jardín y piscina. La verdad es que el apartamentito por así decirlo, no está nada mal, pero a mí me empezó a dar una vergüenza típica de carligochi y un agobio aún más típico aún de carligochi al pensar que iba a estar en una zona totalmente alejada de todo, sola hasta las 18:30 de la tarde y con posibles interacciones con la Ian´s family, sin ser capaz de decir hello, hello, al menos los primeros días.


Que frío tengo, soy yo o es qué hace mucho frío. Ian nos bajó una pequeña estufa de gas y aún así sentía el frío en mis huesos, a parte de que ya llevaba más de dos semanas con una especie de gripe que no quería marcharse...una siesta y a probar a bajar andando a las tiendecitas que hay en el pueblo.


Estamos en Swieqi, uno de los sesenta y ocho consejos locales que conforman la República de Malta

El supermercado no está nada mal, pero nos gastamos 90 euros y aún no sabemos en qué...esto nos va a estar pasando los primeros meses, miles de productos que desconocemos, productos que no encontramos, marcas nuevas y todo esperando a que lo probemos, me gusta. Lo mejor, la frutería, creo que tuve una especie de "orgasmo místico" al ver tantas cosas que parecían recién sacadas de la tierra. Aunque para momento místico el que tienen que sentir los habitantes de Swieqi cuando van a comprar y en la planta baja se encuentran un altar a una virgen. Es alucinante el grado de religiosidad de los malteses, cada calle una virgen insertada en la pared, en los supermercados, los bares...una iglesia cada manzana y un crucifijjo en cada pared. Creo que podría plantearme hacer un estudio "sociológico" sobre las tradiciones religiosas maltesas, pero antes tengo que dominar el inglés para poder navegar por su cultuta sin ahogarme.


Finalmente, a eso de las 21, ya estaba en la cama, con una paracetamol en el cuerpo y un vaso de leche bien caliente. Como los niños lo que necesitaba era dormir, a penas habíamos descansado la noche anterior, a las 2 de la mañana ya estábamos en píe y el día había sido bastante movido. Esta mañana ya no tengo tanto frío y empiezo a hacerme con el lugar, o al menos me lo imagino, y encima, el lunes a las 8:30 de la mañana ya estaré en mi casa, lavando, planchando, comprando y decorando nuestro hogar, tengo muchas ganas de instalarme en Sliema, donde ya me siento más libre y donde nos espera la casa de la puerta roja.


P.D.: No se rompió ninguno de los instrumentos de vicio, pero si un cristal de la lista de carligochi con el mural de fotos de su familia en una de las maletas facturadas...todo lleno de cristalitos, pero las fotos están sanas y salvas. ¡¡VIVA!!


Se despide una tímida maltesa, con ganas de hablar guachu, guachu y más aún de subir a su azotea y contemplar el mar mediterráneo.





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